Al principio sólo había oscuridad
Un ente flotaba en la bruma de aquel mundo sin color, con la consciencia dormida.
¿Existía algún ser parecido?
No lo sabía. Tampoco recordaba si alguna vez lo había sabido.
No importaba.
Nada importaba en el Universo eternamente frío.
"Llegó el nacimiento del tiempo y todas las leyes no escritas le rindieron tributo".
Luz.
Calor.
Un haz de ondas luminosas calentaron sus átomos. Comenzaron a despertar los sentidos que jamás creyó tener. Nuevos colores nacieron en la noche desconocida. Inundaron su mente con olores sin nombre y sabores por descubrir.
Cuerpos perfectos se movieron sin notar su presencia. Bailando con veloz armonía, aletados por una música sin sonido.
Todo era hermoso alrededor. No recordaba ya que las cosas hubieran sido alguna vez diferentes.
¿Cómo podía ser el mundo sino así?
El Universo era maravilloso de ver, pero tan extenso que su ímpetu se fatigó, y su nuevo instinto temporal lo empujó a buscar refugio en alguno de aquellos planetas.
¿En cuál? ¡Había tantos!
Cuando lo vio lo supo. El planeta azul. El que brillaba como supuso que debían de brillar las almas
Y mientras flotaba ya sobre él pensó, antes de descender, que era un ser sin nombre. Creyó natural adoptar uno. Y un nombre apareció en su mente: se llamaría Eva.
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