Había algo que no concordaba. Era la chica delgada que esperaba de pie junto con las otras personas.
Con su pelo rubio y de un liso casi inverosímil subió al autobús, y en su cara se apreciaba visíblemente que era la primera vez que lo utilizaba.
Pagó un billete y caminó por el pasillo, con las gafas de sol sobre la frente por si una tormenta solar se desataba inesperadamente en el interior, con estilo, cual modelo de pasarela.
Lo miraba todo con interés; le gustaba experimentar emociones fuertes. Su lema era: "el que no experimenta no vive".
Su próximo reto sería entrar en un supermercado.
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