viernes, 18 de mayo de 2012

Una luz en la noche

Un tibio rayo de sol alcanzó su rostro dormido. Abrió los ojos lentamente, al tiempo que la luz le cosquilleaba el entumecido cuerpo.
“Oh Sol, ¡te he soñado tantas veces! ¡Quiero decirte tantas cosas que sé que no te diré nada! Déjame sólo contemplar tu dorada faz antes de que la noche vuelva a atraparme con sus pesados brazos. Déjame el recuerdo de que al menos una vez te tuve enfrente. Déjame el consuelo de seguirte soñando, y así en mi letargo creeré que me estás esperando”